lunes, 21 de mayo de 2012

EL UNIVERSO: VIAJE ESPACIAL


En el colegio siempre hemos tenido a algún compañero en clase que de mayor quería ser astronauta. Una profesión que parece divertida, como un simple viaje que todos hemos hecho alguna vez al pueblo de nuestros abuelos. Ese pueblo que está en la otra punta de España y, que a pesar de tener que hacer más de seis o siete horas en coche, viajas contento sabiendo que lo que te espera al llegar a tu destino compensa. Más o menos esto ocurre con los astronautas, a diferencia de que estos pueden morir en su viaje y sin llegar a ver aquello que tanto deseaban: el universo.

Ser astronauta es muy bonito, puesto que tienes la oportunidad de conocer todo el universo que nos rodea, pero a la vez, también es muy duro y arriesgado. Por ello, aquel que quiere ser astronauta debe tener en cuenta una serie de factores y peligros con los que se puede encontrar en el espacio.

En primer lugar, la radiación de los rayos del sol es muy peligrosa ya que nos puede quemar muy fácil y rápidamente. También son muy peligrosos los proyectiles que vuelan alrededor del planeta, capaces de atravesar las naves dejando salir el oxígeno del interior y llegando a un final fatal y no deseado para los que se encuentran en su interior.

Además, al estar en el espacio donde no hay fuerza de gravedad, es nuestro propio organismo el afectado, lo primero que se pierde es el sentido de la orientación, también son constantes los mareos, la pérdida de masa muscular y ósea, y por último, se llega a un desajuste alimentario. Por estas razones, aquellos que se preparan para esta profesión deben entrenar y prepararse durante muchas horas.

En relación a las naves, todavía son muy lentas con respecto a la velocidad de la luz (300.000km/seg). Actualmente el vehículo más rápido recorre 64.000km/seg. Para conducir por la carretera de la A Coruña nos parece una barbaridad, pero para las dimensiones del universo son números muy pequeños, ya que con esta nave tardaríamos unos 50.000 años en llegar a la estrella más cercana a nosotros.

A día de hoy, los científicos están trabajando con el taquión una masa imaginaria que tiene como mínimo la velocidad de la luz, es decir, que es más rápido. Este podría ser un gran avance para la humanidad y, como no, para que aquellos pequeños que deseen con todas sus fuerzas conocer el universo lo hagan, y sin tener que envejecer en el camino antes de llegar al destino.



jueves, 17 de mayo de 2012

El coltán

Cuando cualquier consumidor compra un determinado producto, solo se encarga de verificar que esté en buen estado, pagarlo y disfrutarlo lo antes posible. Esta situación, se repite en la gran mayoría de los compradores, y son muy pocos, aquellos que se plantean qué hay detrás de la consecución de los materiales del producto.

El coltán es un mineral que se encuentra en las montañas, minas y selvas del Congo y para obtener dicho mineral, se han llegado a ocasionar y, de hecho, actualmente se ocasionan conflictos y guerras. La postura es fácil de explicar, el coltán es un mineral muy utilizado en el primer mundo, y es que la mayoría de los aparatos electrónicos están formados por él. Ante la expansión de la ciencia y la electrónica este material es imprescindible, a día de hoy, para la fabricación de baterías. Por ello, el Congo, un territorio rico en coltán, es invadido por multitud de empresarios extranjeros que, aprovechando la mala situación económica y social del país, se han hecho con el poder de todas las minas. La población congoleña únicamente es utilizada como mano de obra barata, o incluso como esclavos, para la obtención del coltán.

Estos extranjeros no solo se llevan la materia prima más rica del Congo (el coltán) sino que además tratan a toda la población con maldad. Tanto los niños como los adultos trabajan en situaciones precaria y las mujeres son violadas por ellos o por los propios trabajadores.

Cuando los ciudadanos del primer mundo, nos enteramos de la guerra civil entre los países de Ruanda y el Congo por la búsqueda de un mineral utilizado principalmente por nosotros mismos, quizás nos hagamos la siguiente pregunta: ¿Qué podemos hacer nosotros? La respuesta es difícil de contestar, porque si dejamos de consumir los productos que tienen ese determinado mineral, lo único que conseguiremos es que muchos de los trabajadores congoleños y también los trabajadores de las empresas de los países desarrollados se queden sin trabajo.

En mi opinión, creo que este problema se podría solucionar con acuerdos entre ambos países, y es que hablando se entiende la gente.